Por Ana Karen Hernández
Me encontraba en la ciudad de Coruscant, ubicada en una galaxia muy, muy (muuuuuy) lejana a la nuestra. Estaba lejos de casa y muy desconcertada. Aún no me caía el veinte de lo que estaba a punto de hacer. Por suerte, desde el principio me topé con rostros familiares; el Wookie y compañero fiel del Capitán Han Solo, Chewbacca, se había ofrecido para recogerme en la Tierra para llevarme hasta aquella galaxia a bordo del Halcón Milenario. ¡Vaya viajecito a la velocidad de la luz! Eso me había mareado un poco, pero supongo que era algo normal (y no era para menos: una entrevista con el gran Maestro Jedi no la consiguen muchos).